Nuevo texto para un concurso literario. No he sido seleccionada entre las tres finalistas, pero entre mil relatos presentados era algo realmente dificil. El esfuerzo no ha sido en vano, ya que formará parte del ebook gratuito que han creado con todo los participantes.
Creando
Comencé 2020 con una mochila cargada de ilusiones. Siempre había puesto límites a mí creatividad, “no valgo para eso” me decía. Me sumía en los mundos creados por otras personas, “esto es suficiente” me auto convencía. Pero cada vez las fronteras impuestas estaban más desdibujadas, y mis deseos de explorar cosas nuevas, se fueron filtrando entre sus grietas, hasta que al final desde el otro lado, me tendieron la mano para que saliera del escondite que había construido con mi miedo al fracaso.
El primer paso fue un blog literario, aunque nadie me conocía, nada me importaba. Expresaba los sentimientos que me trasmitían novelas ajenas, intentaba ser una plataforma para dar a conocer la cultura. Pero mis lecturas, elegidas al azar, parecían seguir un patrón que me susurraba cosas al oído. Al principio no quise escuchar. Volví a mi discurso oxidado de “eso es mucho para mí”. A cuál más cabezota, tuve que ceder ante la evidencia. No podía reprimir por más tiempo mis ganas de crecer, de evolucionar, y por encima de todo, de crear.
Creé perfiles en las redes sociales para mi blog, un taller de escritura, mi club de lectura, y cuando íbamos a dar el pistoletazo de salida. La vida se paró. Parte de mis proyectos e ilusiones, se habían pospuesto por tiempo indefinido. Pensé en los conciertos a los que no iba a asistir, pero agradecí los que ya viví; en aquellos viajes que ahora quedan sin fecha, pero recordé los lugares que visité.
No podía dejarme dominar por la rabia y la frustración por todo lo que no podía hacer. Me habían prohibido salir al mundo exterior, pero no, asomarme a la ventana. Desde ella, la brisa me traía de nuevo susurros. “Crea” me decía, pero yo no alcanzaba a saber el qué. Seguía trabajando en mis proyectos para adelantar trabajo, algún día volverían a activarse y debía estar preparada. Pero eso, no conseguía aplacarla, ella seguía insistiendo sin cesar. Hasta que un concurso de microrrelatos apareció ante mí. ¿Escribir yo?
Escribí para aquel concurso y para otros más. Y mis ganas de crear aumentaban como el cauce de un río. Y ahora, que me encuentro inmersa entre la página de mi propia novela, ya no escucho esa voz. Se despidió de mi hace días, con la condición de no desfallecer hasta terminarla. Le prometí que no lo haría, porque las horas se pasan sin darme cuenta, dándole forma a todo aquello que quiero contar.
Apenas abro ya la ventana, porque a lo lejos veo imágenes que me aterrorizan. Saldré cuando ya nada pueda hacerme daño. Mientras, seguiré en mi refugió, creando.
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