domingo, 2 de octubre de 2022

Taletober 22. Día 2. Alacena.





Había sido un día de órdago. Cuando al fin pudo llegar a la cama, rendida, se moría de calor. Se levantó, subió la persiana para recibir el poco fresco que entraba por la ventana y echó la cabeza sobre la almohada. Cerró los ojos. El primer sueño de la noche es el más profundo y reparador. No sabía cuánto tiempo había transcurrido hasta que comenzó a sufrir ese molesto «cri-cri».
—¡No puedo creerlo! ¡Déjame dormir, maldito seas!
A duras penas y sin encender la luz, se arrastró hasta la ventana para cerrarla. Prefería mil veces el calor a soportar al grillo. El doble acristalamiento impediría que el insecto la molestase. Suspiró sonriendo, dispuesta a dormir. Diez minutos más tarde, el «cri-cri» rechinaba a mayor potencia. Ofuscada, se levantó.
—¿Estás aquí, bicho inmundo? Si crees que me vas a dar la noche, vas listo.
Abrió el armario. Tal vez se había quedado enganchado en la ropa cuando la recogió del tendedero. Silencio. No, allí no estaba. 
Necesitaba agua. El calor era sofocante y se moría de la sed. En la cocina, de nuevo, lo escuchó cantar. 
—¿Estás en la alacena?—Abrió las puertas del mueble para sorprenderlo. Metió la cabeza mientras el «cri-cri» sonaba y sonaba. Tenía que vaciarla. Tal vez estaba en el azucarero. ¿Les gusta el azúcar a los grillos?¿O se estaría comiendo el laurel? Esos bichos comen hierba, desde luego.  Sacó cada bote, pero ni rastro del molesto visitante.
Resignada, volvió a la cama. Al menos ya se había callado. Pero no hubo tregua. La noche se hizo eterna entre intentos de ignorar al bicho con la cabeza bajo la almohada y búsquedas infructuosas.
A las seis, con los ojos como si le hubiesen echado arena, se levantó exhausta. A tientas llegó al baño y dejó correr el grifo para enfriar el agua. Antes de inclinarse, encendió la luz y se miró al espejo. Haría falta un milagro para tener buena cara. Al ver su reflejo, estalló en carcajadas y lágrimas de frustración. Allí, enredado en su pelo, estaba el culpable de su insomnio.
 

 












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