¿Te imaginas que la forma de parar una guerra fuese quedarte encerrado en casa? Lila, a sus 27 años, tuvo que mudarse a la ciudad para poder desempeñar el trabajo de sus sueños. Siempre había sido una chica muy apegada a su familia e irse lejos, no le resultará fácil. Toda su vida, había querido ser enfermera; pero con lo que no contaba, era con que el sistema no le permitiese acercarse a sus pacientes todo lo que ella quisiera o la cantidad de tramas de distinta índole en las que se verá envuelta en el hospital, debido a su particular forma de ser. Sus pacientes Tris, Diego y José Miguel le provocarán distintas emociones y quebraderos de cabeza, que la harán cruzar los límites de su trabajo. El jefe de planta, el Doctor Guaperas, es deseado por todo el hospital y parecerá insinuársele a nuestra protagonista, pero ella tiene claros sus sentimientos… ¿o no? Mantiene una relación con Edu, un empresario encantador que, de un momento a otro, parece estar ausente. Y, por si fuera poco, un nuevo inquilino llegará al barrio y la hará cambiar de opinión en muchos aspectos a través de sus charlas de ventana a balcón. Lila será consciente de que necesita más en su relación sentimental y no tiene claro si él opinará lo mismo. Entre tanto, su vida dará un giro de 180º con la aparición de un virus procedente de China. ¿Será Lila capaz de decirle a Edu lo que necesita? ¿Él aceptará o decidirán acabar con todo? ¿Estará tan segura de lo que siente por Edu como para no caer en las redes del Doctor Guaperas?”
Sinopsis.
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El Covid-19 llegó para ponernos la vida patas arriba, y aún seguimos revueltos, por lo que puede que a algunas personas les eche para atrás una lectura ambientada en la cuarentena. Para todos aquellos que dudan sobre si adentrarse entre las paginas de esta novela por ese motivo, aclarar que durante la primera mitad el virus solo es algo que se menciona muy de pasada, rápidas referencias en las que no se profundiza mientras la historia gira en torno a Lila. El confinamiento comienza y aunque ya si forma parte del día a día de la protagonista, y empiezan a salir a relucir todo lo más dolorosa de lo vivido, la lectura es amena, ligera y entretenida.
Reconozco sin tapujos, que una tarde me provocó lágrimas, pero por motivos totalmente diferentes a esta crisis sanitaria, me trasladó a momentos vividos hace 4 años. Diego me recordó a alguien muy especial que se fue. A mí no me decía “señorita” como a Lila, sino “sobrina”. Le echo de menos, y su “sobrina ¿quieres un café?” cada vez que me veía. Por él y por todas las personas que nos han dejado por culpa del cáncer, van mis palabras y mis lágrimas a modo de homenaje.
Lila tiene mucho con carácter, y unos arrebatos que a veces una no se espera, pero es una chica normal, con sus miedos y sus dudas, con las que nos podemos sentir identificadas.Todas sus aventuras y desventuras, así como el estilo y la narración del texto, hacen que sus 365 páginas avancen de forma rápida y fluida.
Mi nota es un 7.
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