sábado, 29 de octubre de 2022
Firma en la feria del libro de Sevilla
martes, 4 de octubre de 2022
Taletober 2022. Día 4. Playa.
Cuando era pequeño, su
madre siempre le hablaba del mar. De cómo le gustaba correr por la playa,
percibir el aroma que le traían las olas y nadar. Le transmitió el amor por
esas sensaciones y un desbordante deseo de experimentarlas.
Ahora que llevaba poco tiempo
con su familia adoptiva, cada vez que tenía ocasión les pedía que le llevasen a
la playa. El problema era el idioma. Por mucho que lo intentaba, no sabía
hacerse entender. Se mostraba muy alegre ante la idea de salir, pero nunca le
llevaban a ver el mar. Tal vez era porque hacía frío y preferían el campo, donde
cada fin de semana podían correr y jugar al aire libre.
Hacía ya mucho calor
cuando la familia comenzó a preparar unas vacaciones distintas. La mamá se echó
una pasta blanca en la cara que la puso como un payaso. Olía muy bien y el bote
tenía un sol dibujado. Embadurnó a los niños con la misma crema y aunque el papá
le indicó que le echase a él también, negó con la cabeza y le entregó el bote
para que se sirviera él mismo. También le gustó el olor de los juguetes nuevos
que sacaron del baúl. Para el campo se preparaban otras cosas que olían a leña
y a cuero, así que esos aromas le indicaron que había un nuevo destino por
descubrir.
Escuchó la palabra
«playa». Esa sí la conocía, porque su madre se la había enseñado en varios
idiomas. «¡Por fin, por fin!». Se sentía muy feliz. Saltaba de alegría y todos
reían con sus ocurrencias.
Montaron en el coche para
emprender el viaje. Cuando aparcaron y abrieron las puertas, él salió corriendo.
Sintió cómo le llegaba el aroma del mar que empujaban las olas. Aguzó el oído
para percibir el sonido del agua rompiendo en la orilla. Corrió, notando el
roce de la arena, caliente y suave, y se tiró al suelo para revolcarse. Emborrizado
como una croqueta, salió corriendo hacia el agua. Los papis reían y los niños
corrían junto a él. Al entrar en el agua, tragó un poco sin querer. Estaba malísima.
Sabía mucho a sal. Pero qué fresquita. Nadó y nadó, salpicando a los niños para
después salir corriendo y sacudirse el agua del pelo. Ya le daba igual que no
entendiesen sus ladridos, al fín había conseguido su sueño de ver el mar.
lunes, 3 de octubre de 2022
Taletober 2022. Día 3. Cerradura.
Esperé a que las luces de
los pisos cercanos a mi objetivo se apagasen. Conocía muy bien la dirección. Me
había preparado a conciencia para el asalto de aquella noche. Vestido de negro,
con gorro incluido, me dispuse a entrar. Tenía que ser sigiloso. No me perdonaría
que me vieran con las manos en la masa.
Subí las escaleras despacio,
pegado a la pared e intentando no hacer ruido. Tropecé con una maceta. No pude
evitar emitir un ¡auch! Mientras se me hinchaba el dedo gordo del pie, apunté
en notas mentales para mí: «Mejorar sigilo».
Alcancé el descansillo
que buscaba. A través de la puerta de enfrente, se escuchaban los ronquidos de
un vecino. Aquello no era humano. Me compadecí de su familia, si es que la tenía.
Encendí la pequeña
linterna, escudriñando la cerradura. Saqué el instrumental. Por suerte, estos
antiguos pisos conservaban las puertas originales. Nada que ver con una acorazada.
Posé mi ojo en el pequeño orificio destinado a la llave. Todo estaba oscuro.
Manejando la ganzúa, hurgué
una y otra vez, buscando el click que me indicase que la puerta se había
abierto. ¡Cuánta dificultad! Los tutoriales de youtube no me estaban sirviendo
de gran ayuda. Con lo fácil que lo hacían en los vídeos; adelante y atrás,
dos vueltas y camino despejado. Media hora llevaba yo. A este paso tendría que
marcharme. No había manera.
Al fin la cerradura
cedió, creo que más por puro hastío que por mi habilidad. La pobre debía de estar
harta de aquella tortura. Abrí de par en par, quitándome el gorro empapado en
sudor. En el sofá, una chica preciosa estaba tumbada, muy ligera de ropa. Al verme,
bostezó.
—Cariño, casi me quedo
dormida. Cada vez tardas más.
—Nena, —repuse—ya sé que
te dije que cumpliría tus fantasías, pero es que me lo pones muy difícil.
—Anda, ven, tonto. Dame un beso, Lupin mío, que te lo has ganado.
domingo, 2 de octubre de 2022
Taletober 22. Día 2. Alacena.
sábado, 1 de octubre de 2022
Taletober 22. Día 1. Pasillo
Pepe la esperaba frotándose las manos, que seguro que le estaban sudando. Era muy propio de él. Cuando se ponía nervioso, todo se le resbalaba y le hacía parecer torpe.
No podía creer lo largo que se le estaba haciendo el camino. Apenas tenía que recorrer unos metros y sin embargo, parecía que no iba a llegar nunca. Al fin alcanzó al novio y al maestro de ceremonias. Este le indicó que le diese la mano a Pepe.
Todo transcurrió según lo previsto hasta que llegaron al momento más difícil de todas las bodas. El maestro de ceremonias se dirigió a los presentes hablando a media lengua: «Si adguien tiene adgo que decid, que habe ahoda o calle pada siempe». Una voz de mujer se alzó fuerte y clara. Todos la miraron expectantes.
«¡Chicos! Se acabó el recreo, todos a clase».
Salieron corriendo y ella se quitó el trapo de la cabeza y tiró el ramo de margaritas. Menos mal, salvada por la campana. Mañana jugarían al pilla-pilla.